Matar a mamá

Tengo que matar a Mamá. Desde que bajé del tren lo sé. Primero fue una idea sutil, un “ojalá se muera” cuando crucé el molinete supe que asesinarla yo con mis manos es la única escapatoria que tengo. Poner fin a mi pasividad y matarla. Yo, por mis propios medios, sin intermediarios.

No se como ni cuando empecé a correr, pero ahora ya no puedo parar. Tengo que matar a mamá. Lo pienso y me sube más la temperatura. Siento que la cara tiene fiebre localizada. Estoy caliente. Enojado. La quiero matar. La estrangularía con mi dedo meñique. Ojalá supiera la técnica para detenerle el corazón, como la rubia en Kill Bill. Cinco movimientos y un ratito para mirarla a los ojos y verla morir. En frente mío. Si se puede que caiga a mis pies.
Venía con tanto ímpetu y ahora que estoy en frente a la puerta mis piernas parecen no responder. No quieren moverse. Mejor me quedo un rato mientras se recupera mi respiración. Ahora que veo esta casa, esta calle no puedo mas que pensar en cuanta maldad contenida, cuanta desidia. Como me hizo sufrir la hija de puta. Me acuerdo que una vez en el jardín de infantes nos teníamos que disfrazar de animales de abajo del mar. A mi me tocó ser un pulpo. No puedo creer que la muy puta agarró, el mismo día del acto, una remera gris de mi viejo, me ató con un cinturón y con un labial colorado me escribió pulpo adelante y atrás. Y me acuerdo que no paraba de reírse. Todos se rieron. Me quedé en la parte de atrás del teatro. Nunca salí al escenario. Y eso que yo estaba enamorado de María, mi maestra del jardín. Ella me vino a buscar, me dijo que era un pulpo muy lindo, que estaba todo bien. Pero yo sabía que no. A la tercera lágrima que llegó a mi boca lo supe. La muy perra tiene que morir. El resto de mi vida bajo su reinado fue así. Ella riendo y yo tramando lentamente su muerte.
"Hay que matar a mamá" le dije un día a Mariana. Abrió los ojos grandes y me revolvió el pelo con su mano, como restando importancia. Se fue con su novio a coger. Me dejó solo la muy puta. Pero Mariana no merece morir. Mariana me preparaba la comida todos los días. Mariana si tenía fiebre me daba mejoralitos. Mariana merece vivir. Mamá no, Mamá merece morir.
Este es mi límite. Ya no puedo vivir más con su sombra sobre mi cabeza. Me fui de casa hace 10 años y siento que busco a mamá en cada mina que me cojo. Me lleva un tiempo darme que cuenta que no, no es mamá. Y entonces voy a la siguiente.
Y así llevo una vida entera. Y esta vida se acaba hoy. Voy a cruzar esa puerta y voy a matar a mamá.
Puta mano ya dejáte de temblar y apretá el timbre de una buena vez.

- ¿Mariana, que hacés acá?
-...
- ¿Donde carajo está mama?
- Me querés decir con que te diste hoy? Mamá se murió hace veinte años idiota!

posted by Libelula de Acero @ 22:33,

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