Aire - Marzo 07

Nicolás cumplió seis años hace una semana y es la primera vez que sus padres lo dejan dormir afuera de su casa.
Mientras recorre el living de sus abuelos recuerda su fiesta de cumpleaños dos días atrás. Nada muy grande, las hermanas, los tíos, la bicicleta con rueditas, la torta con los jugadores de fútbol. La mirada de miedo de sus padres tratando de fingir felicidad a la hora de sacar la foto.
Nicolás detiene sus recuerdos cuando llega a una mesita llena de portarretratos y empieza a mirar las fotos una por una, reconociendo rostros, otros no tanto. Sobre todo las de blanco y negro.
Gente muerta resultaría. O al menos mutados. No reconoce a nadie excepto a su familia directa. Todos salieron sonriendo y él distraído, mirando para el costado.
Su abuela lo llama desde la cocina para que chupe el cucharón. Puede ver el esfuerzo que José, su abuelo, hace al preguntarle por el colegio. Le pregunta por su maestra y sobre todo, por sus amigos. Él dice amigos con esa mirada de desconfianza que no se sabe que es desconfianza hasta que se la termia de pronunciar.
Nicolás no tiene amigos, pero jamás sospecho que sus abuelos lo supieran. Elige no contestar y felicita a su abuela por el olor de la comida.
Cansado después de una larga comida, Nicolás se acuesta en su cama abrazado con sus sábanas con cohetes.
Apenas cierra los ojos una idea cruza por su cabeza. Las fotos que vió, sus hermanas, sus padres. Ninguno de ellos tiene su nariz.
Una cosa es que sus compañeros del club le digan narigón. Otra es que nadie en su familia comparta su cruz. Pensativo y con el ceño fruncido, se duerme.
Por la mañana mientras su abuela le prepara su leche, pregunta por su nariz. Pregunta, directamente y buscando los ojos de su abuela: "¿Mi nariz es muy grande?"

Por un minuto su abuela se queda detenida. Los ojos grandes, la cuchara suspendida en el aire y Nicolás entendió todo.

Nicolás pasará gran parte de su vida en trabajos que no le gustan pero pagan bien con el sólo fin de poder operarse su nariz. Luego de la quinta operación y apenas recuperado y desinflamado llamará a su abuela le dirá que la odia con los dientes apretados y saltará de su balcón como un trampolín pegando de cabeza en el asfalto.

Nicolás era un chico raro.

posted by Libelula de Acero @ 22:31,

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